Dame los primeros siete años de vida de un niño y te diré lo que será el hombre del mañana.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Dibbs... El niño en busca del Yo..

Si todos los padres quisiéramos ayudar a nuestros hijos… Si todos los maestros comprendiéramos los problemas de nuestros alumnos… Si todos los especialistas nunca perdiéramos las esperanzas… Si simplemente todos comprendiéramos que somos diferentes… pudiéramos escribir una nueva historia en la vida de esos niños que son diferentes, así como lo hizo Virginia M. Axline en su terapia de juego que realizó con “Dibbs”, a lo que ella comenta “Debemos evitar los clichés, interpretaciones y explicaciones rápidas y hechas a la medida, si queremos acercarnos más a la verdad debemos investigar más profundamente dentro de las razones de nuestro comportamiento”

 Dibbs un niño que para ese entonces tenía seis años y había comenzado sus estudios a los cinco en una escuela prestigiosa, estaba perturbado, infeliz y frustrado; las maestras que realmente estaban preocupadas por él y tenían todas las intensiones de ayudarlo, comentaban que algunas veces se quedaba sentado, mudo e inmóvil toda la mañana, otras veces sólo se arrastraba en el piso, sin hablarle a nadie, como que si estaba en otro mundo, era agresivo y lloraba constantemente, en especial cuando era hora de partir a casa. 

Para mediado de su segundo año escolar, ya había sido evaluado por algunos especialistas; y sus padres ya no tenían mayores expectativas en cuanto a la recuperación de Dibbs, que según algunos comentarios era “un niño extraño”, no sabían si era retrasado mental, psicótico o presentaba asperger, lo que sí es importante recalcar es que las maestras siempre supieron que él podía dar más.

Entonces ¿Por qué se comportaba así?, ¿Qué pensaba él? ¿Qué hacía que él se quisiera alejarse del mundo que lo rodeaba? Como ya sabemos el trauma es causado por varios eventos potencialmente traumáticos para una persona, en el caso de Dibbs probablemente podía ser el rechazo que tenían sus padres hacia él, los castigos severos que utilizaba el padre encerrándolo en un cuarto y poniéndole seguro a la puerta.
Es evidente que la terapeuta logra aplicar en todo momento la técnica del reflejo, puesto que mientras que Dibbs exploraba en el cuarto, jugaba o analizada los juegos, su entorno y demás, ella únicamente realizaba intervenciones oportunas, mediante el reflejo puntual de las ideas, pensamientos y emociones que Dibbs expresaba a lo largo de las diferentes actividades  y sesiones como tal.  Todo esto con el fin de lograr que el propio niño se diera cuenta de estas ideas, pensamientos, emociones y demás, así como en todo momento lograr que Dibbs se autodirigiera durante la sesión, puesto que si la terapeuta hubiese impuesto ideas, hubiese dicho inferencias o interpretaciones de lo que Dibbs decía o hacía, esto únicamente hubiera logrado entorpecer el desarrollo del proceso terapéutico de Dibbs, siendo todo lo contrario de lo que la terapeuta logró con Dibbs al final del proceso. 

Por último en definitiva el caso de Dibbs, es un exacto reflejo de lo que la Terapia de Juego no directiva implica y la funcionalidad tan profunda y significativa que logra en los niños. La terapia de juego no pretende realizar magia o simplemente concebir el juego como algo casual, sino en ser una herramienta que permite al niño conocerse y aceptarse brindando esta fortaleza interior para superar actitudes o situaciones retadoras en su vida.








1 comentario:

  1. creo que es un libro que puede dejar mucha enseñanza, no sólo para los psicólogos, si no también para maestros y padres de familia. En este libro la autora nos comparte como el vínculo que se puede establecer en una relación puede ayudar a mejorar a los niños.

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